Uno de los medios clásicos para el progreso y el desarrollo, ha sido siempre el Diálogo Social. Entendido como clave de bóveda de la cultura del acuerdo es, en efecto, un medio, y no un fin en sí mismo, para hacer posible la mejora del bienestar de las sociedades. Se trata, además, de un antídoto efectivo -por lo contrastado- frente a la conflictividad que nace de la incertidumbre y la ausencia de respuestas a las demandas de las sociedades.
Tenemos múltiples ejemplos de cómo la ausencia de Diálogo Social ahonda en una indeseable polarización que tiene como resultado el debilitamiento de las libertades y la libre iniciativa. Y si necesitamos algo en estos momentos es, precisamente, Diálogo Social. Voluntad para negociar y llegar a acuerdos sobre la base de adaptar -y mejorar- las condiciones objetivas para que esa libre iniciativa se plasme -sobre todo en Andalucía- en muchas más empresas, de mayor tamaño y más capacidad innovadora.
En los últimos años, y desde que en 1978 alcanzásemos el acuerdo más importante de este país en mucho tiempo recogido en la Constitución, la única vía para el crecimiento ha sido siempre el acuerdo social y de modo preferente entre los agentes económicos y sociales: desde aquellos casi míticos Pactos de La Moncloa hasta el IV Acuerdo para el Empleo Estatal y la Negociación Colectiva (más conocido como AENC y suscrito en julio pasado) en el que se firmó el compromiso para elevar los salarios en convenio a un mínimo anual en 2020 y se sentaron las bases para actualizar el marco laboral, como todo el mundo sabe.
Por el contrario, cada vez que se han obstaculizado las vías de la negociación, se pretende elegir lo que definimos hace unos días como el monólogo social, el crecimiento se ha ralentizado y se han perdido claras oportunidades de progreso. Romper o relegar el Diálogo Social, es un lujo que no nos podemos permitir en una situación compleja y controvertida como la que estamos viviendo. Compleja, por la incertidumbre, en la evolución de la economía y los factores geoestratégicos que confluyen sobre ella; y controvertida por el devenir político y la estabilidad institucional imprescindible que necesitamos lo antes posible, precisamente para hacer frente a la evolución de la economía.
La Andalucía que todos queremos, esa Andalucía abierta, audaz e innovadora, puede y debe reconocerse sobre el Diálogo Social. Y ésta es una convicción colectiva de los empresarios andaluces.
Artículo del presidente de CEA publicado en Andalucía El Economista.