La organización empresarial andaluza insiste en la necesidad de seguir aumentando el número de empresas y su dimensión
La Confederación de Empresarios de Andalucía, tras los recientes datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), apuesta por la continuidad en la recuperación de la actividad empresarial en nuestra Comunidad Andaluza,
ya que operan 20.000 empresas más que hace dos años. Se ha conseguido, por tanto, recuperar buena parte del tejido empresarial destruido durante la fase más crítica de la dilatada crisis económica.
Para CEA es motivo de esperanza que en Andalucía haya censadas, como reflejan los referidos datos del INE, alrededor de 490.000 empresas no agrarias, cifra que sitúa el avance empresarial andaluz por encima de la media nacional. Nuevamente durante el bienio 2014-2015, el desarrollo empresarial (+4,4%) de la Comunidad Autónoma va de la mano e impulsa el crecimiento económico (+4,7%) y la creación de empleo (+7,6%).
Unos datos positivos para la actividad empresarial que, a pesar de las incertidumbres actuales, se prolongan en los primeros meses de 2016, conforme a los indicadores coyunturales que señalan que en la Comunidad Andaluza sigue aumentando el número de empresarios (+10%) y autónomos (+1,9%), así como el número de empresas inscritas en la Seguridad Social (+3,4%) y el empleo asociado a éstas (+4,8%).
CEA considera que Andalucía ha entrado en una tendencia de recuperación que es necesario consolidar de forma definitiva, lo que en términos de actividad pasa necesariamente por mejorar nuestro músculo productivo con más y mejores empresas, así como de mayor dimensión.
Es una tarea de mejora de la competitividad empresarial que no está de manera exclusiva en manos de las empresas, sino que requiere para su consecución derribar muchas barreras: económicas, fiscales, laborales y, sobre todo, burocráticas. Necesitamos más empresas, pero también mejor dimensionadas, por cuanto nuestro tejido empresarial se encuentra aún bastante atomizado.
Un desafío que requiere igualmente, como condición previa, despejar las incertidumbres políticas e institucionales para disponer de un entorno de confianza y seguridad jurídica que, por un lado, promueva el establecimiento y puesta en marcha de nuevas e innovadoras iniciativas y, por otro, posibilite que nuestras empresas crezcan, ganen en productividad y muchas de ellas puedan competir con éxito en los mercados internacionales.