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Con una visión transformadora hacia la recuperación. Artículo del presidente de CEA. Agenda de la Empresa.

10 de diciembre de 2020.

Será difícil igualar en amargura este año 2020. Recién nos regala un atisbo de confianza, con las esperanzadoras noticias de una vacuna. Y, sin embargo, esos tímidos avances no eclipsan el drama de las 20.000 empresas desaparecidas en Andalucía, la destrucción del 5% de nuestro tejido productivo; la pérdida de su empleo para 70.000 andaluces y el mantenimiento en ERTE de otros 80.000. El zarpazo de la COVID-19 se traduce en la mayor recesión de nuestra Historia desde la Segunda Guerra Mundial y hasta en un cambio de época, si me lo permiten, inaugurando un nuevo tiempo que es pura incertidumbre.

Me han leído repetidamente que los empresarios somos parte de la solución a esta crisis. Si me aceptan el símil, somos los sanitarios de nuestra economía. Y, en su maltrecho estado de salud, dos males por los que esta se ha desangrado este 2020: la falta de liquidez y la insoportable presión fiscal. No sé a ustedes, pero al que suscribe le resulta oxigenante mirar qué hacen los países de nuestro entorno. Levantar la vista y observar a nuestros vecinos más a menudo nos hubiese ayudado a tomar perspectiva y ejemplos. La COVID-19, sin clemencia con ningún territorio, ha igualado a todos los Estados. Pero otros países han demostrado sensibilidades distintas a la nuestra. La liquidez es futuro, margen de maniobra, y los pequeños empresarios no han sido acompañados por la Administración hasta hace muy poco.

En este sentido, la reciente firma de CEA, Cámaras de Andalucía y ATA con la Junta de un Plan de Ayuda a pymes y autónomos dotado con cerca de 667 millones de euros abre una nueva senda. Inaugura un tiempo de acción dando la mejor respuesta viable a los afectados por la crisis en el peor momento de nuestra memoria. Y, ¿se habla en algún Estado de la UE sobre una posible subida de impuestos? Todo lo contrario: las reducciones temporales del IVA han sido el denominador común entre Bélgica, Austria, Grecia, Reino Unido y Alemania.

Efecto terapéutico de los fondos UE. En este panorama sombrío caben, no obstante, brechas importantes de esperanza. Una son los fondos europeos, siempre que tengamos el músculo y la agilidad precisa para su gestión eficaz. En nuestro horizonte cercano, el 31 de diciembre.

Expira entonces el plazo para la presentación de los proyectos candidatos del Plan Europeo de Recuperación. Next Generation EU exige una estrategia común entre empresas y Administración, el redoble de la colaboración público-privada en un singular esfuerzo de buena gobernanza, coordinación y una Administración dinámica que habilite incluso un canal específico para la tramitación de las ayudas europeas, lejos de un laberinto burocrático.

Tanto la gestión del Fondo de Recuperación, con una total concreción y transparencia en la selección de proyectos, como la internacionalización de las empresas andaluzas, en la que me detendré a continuación, nos exigen una visión transformadora. Llámenlo altura de miras, si quieren. Pero se trata, en definitiva, de adquirir para siempre una nueva mirada que posibilite la articulación de proyectos “macrotractores”, grandes apuestas que capilaricen la transformación, reactivación y reindustrialización andaluza que anhelamos en todos los sectores.

La internacionalización como baza. Pendientes de este efecto sanador de los fondos UE, es la internacionalización otro antídoto ante los estragos de la COVID-19. La apertura de las empresas andaluzas al mercado exterior en 2021 aliviaría la crisis. No obviemos la evidencia: la reactivación económica de nuestra tierra es desafiante y exige asumir pautas de mayor competitividad empresarial. ¿No es la internacionalización una de esas directrices clave? Las exportaciones andaluzas han descendido un 15,8% respecto al año pasado; estamos en línea con otras economías europeas. Pero no olvidemos que Andalucía ha sido capaz de conquistar mercados impensables hace años. En los últimos tiempos, -sin entrar en la feroz pandemia-, hemos superado con creces los 30.000 millones en exportaciones. He aquí otra beta de esperanza y en ella trabajamos desde CEA, como socios de la red Enterprise Europe Network.

Tiene cada fin de año mucho de catarsis. Y en esta autoevaluación no puedo sino enorgullecerme de la generosidad y profesionalidad de las grandes empresas, pymes y los autónomos andaluces. A la responsabilidad con la que se asumió la vulneración, justificada, del derecho de empresa durante el estado de alarma en primavera y durante 99 días, se ha de sumar la ejemplaridad en el cumplimiento de las restricciones de movilidad, horario y aforos. ¿Qué hemos sido los empresarios sino ciudadanos responsables ante la COVID-19? Testigo de ello ha sido Agenda de la Empresa que, un año más, es altavoz del latir de la empresa andaluza. Mi agradecimiento a su director Manuel Bellido por su sensibilidad hacia nuestra realidad y mi abrazo a ustedes, lectores y colegas del mundo de la empresa, en la confianza de que vendrán tiempos mejores. Cada día nos alejamos más de estas sombras de 2020 y en estas mismas páginas glosaremos otra etapa: la de nuestra recuperación.

Javier González de Lara y Sarria. Presidente de CEA.

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