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Los Retos de la Empresa Andaluza (2/2)

Asimismo, necesitamos responsabilidad en la clase política, que es la que nos gobierna. Por ejemplo, uno de los grandes problemas de Andalucía es su imparable proceso de desindustrialización y, a la vez, la necesidad de favorecer una mayor inversión en su territorio. Ése es un elemento esencial para el desarrollo en nuestra región: la industria.
Es cierto, que ésta es, también, una responsabilidad y un reto de las empresas. Las grandes corporaciones industriales, que ya operan en Andalucía, deben ser elementos tractores para el desarrollo de la pyme industrial andaluza, para que así se creen las sinergias y alianzas que permitan a nuestras empresas, sobre la base de las necesidades de las ya instaladas en Andalucía, optar a nuevos productos y nuevos mercados, y que susciten igualmente el incremento de su dimensión.
También es innegable que para que las empresas den un salto adelante que tire de nuestra economía y se cree empleo es imprescindible una apuesta por la productividad y la innovación. Y no hablamos sólo de grandes desafíos tecnológicas o científicos, nos referimos también a revisar todos nuestros procesos productivos en clave de eficiencia. En este ámbito, no hay que olvidar que necesitamos mejorar la formación de las personas. La competitividad de las empresas reside principalmente en la suma de lo competitivos que sean sus propios trabajadores y profesionales, y éste es un gran reto que tenemos que alcanzar.
Por otra parte, ni España ni Andalucía tienen un problema exclusivo de cantidad de empresas, sino de tamaño de éstas. Por tanto, deben adoptarse medidas decididas que apoyen el crecimiento de la dimensión de las empresas andaluzas, y que estén relacionadas con la fiscalidad, la seguridad jurídica, el acceso de pymes a la tecnología, la mejora de la financiación, el fomento de fusiones, y un largo etcétera de movimientos a realizar en este sentido.
Es sabido que Andalucía y su tejido económico tienen una elevada exposición a sectores afectados por diversos retos en materia de sostenibilidad, por lo que el desarrollo de una Responsabilidad Social Empresarial (RSE) de vanguardia en las empresas e instituciones es una fuente de competitividad a largo plazo, que todos debemos impulsar.
Tenemos que saber explotar al máximo la posición estratégica única que tiene nuestra región. Éste es un reto que, además, es una gran oportunidad. Disfrutamos de importantes recursos naturales y culturales, únicos y no sujetos a deslocalización. Desde este punto de vista, sacar el máximo provecho de esta situación sólo está en unas manos, las nuestras. No esperemos que otros hagan lo que nosotros podemos hacer ya.
En conclusión lo importante, ahora mismo, es salir de la crisis para crecer. En ese contexto, resurge con fuerza la unidad de las organizaciones empresariales y su capacidad para gestionar profesionalmente intereses.
Frente a una representación política diversificada y demasiado empeñada en confrontar unos con los otros para obtener réditos electorales, las organizaciones empresariales tenemos que permanecer unidas, mostrando un criterio común, haciendo de nuestras propuestas un eje de confianza y certeza para los actores políticos, que al asumir esas propuestas saben que cuentan con uno de los mayores avales posibles: el de la participación de las organizaciones empresariales legalmente constituidas y reconocidas. Somos garantía de legitimidad y confianza para los nuevos gobiernos, pues si una idea responde a nuestras demandas, seguro que responde también a las necesidades de empresas y ciudadanos, en general.
Entre todos tenemos que recuperar el diálogo social, la participación y la lealtad institucional en la que cada cual rinde cuenta ante sus asociados y mantiene en el tiempo sus decisiones. Empresa y diálogo social son el camino más directo y posible para la salida de la crisis, para crecer y desarrollarnos, ante un nuevo escenario político, económico, empresarial y social en Andalucía.

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